lunes, 16 de junio de 2008

UN PARALELO INTERESANTE


La crisis financiera internacional actual nos deja grandes lecciones que no debemos ignorar. La primera de ellas es que los problemas del sector real no son graves si no se transfieren al sector financiero. Las dificultades que enfrenta el sector real afectado tienen impacto sectorial. Cuando contagia al sector financiero, se convierte en un problema general de la economía y desemboca en una recesión.
El caso de los Estados Unidos es revelador. La burbuja de la construcción se venía incubando hace varios años. Se presentó una expansión desmedida de los proyectos construidos y de los precios de los inmuebles. Hasta este punto la crisis era sectorial. El deterioro de la cartera hipotecaria de mayor riesgo (créditos sub-prime) tiene un impacto financiero que está arrastrando a los Estados Unidos, y tal vez al mundo entero, a la crisis.
Pero lo más interesante es trazar paralelos sobre cómo enfrentamos en Colombia la crisis financiera a finales de la década de los noventa y cómo están haciendo frente los Estados Unidos a las actuales dificultades del sistema financiero. La crisis colombiana estuvo ligada a un período previo de fuerte expansión en el crédito hipotecario. Cuando cambió el entorno de liquidez, las tasas de interés subieron y se restringió el crédito. Prisioneros de la banda cambiaria, la política monetaria colombiana se vio forzada a incrementar el costo del dinero para evitar una devaluación masiva del peso. Las tasas de interés reales llegaron a niveles nunca vistos en el país. La cartera se deterioró aún más y puso en peligro la estabilidad del sistema financiero. Se llegó a temer por una crisis sistémica. La resistencia resultó inútil. Fue necesario desmontar la banda y dejar flotar el peso a su nivel de equilibrio. El costo de la crisis fue muy elevado generando intervenciones justificadas y algunas innecesarias para salvar la estabilidad del sistema. La economía entró, en 1999, en una grave recesión con aumento del desempleo y numerosas quiebras empresariales.
La política de los Estados Unidos ha sido radicalmente distinta. Mantener la liquidez es la prioridad. La Reserva Federal redujo agresivamente las tasas de interés e inyectó recursos en abundancia al sistema para darle oxígeno y comprar tiempo que permita que los bancos ajusten sus problemas de activos y pasivos. El ajuste deteriora temporalmente la rentabilidad del sistema por el incremento de las provisiones pero no traslada al Estado la propiedad de los activos ni se asume el costo de limpiar las entidades financieras. El mensaje ha sido claro: todos los bancos deben salvarse pues de lo contrario se compromete la confianza en el sistema y se incrementan exponencialmente el costo de las operaciones de salvamento. Adicionalmente, los Estados Unidos han dejado caer en picada el valor del dólar pues saben que es el precio que deben pagar para evitar una mayor crisis financiera.
Es cierto, hay que ser prudente con las comparaciones. Pero el enfoque de la política monetaria americana actual nos muestra que, en economía, siempre hay alternativas y no hay caminos únicos.

No hay comentarios: